La norma es el conjunto de preferencias lingüísticas vigentes es una comunidad de hablantes, adoptadas por consenso implícito entre sus miembros y convertidas en modelos de buen uso. Si no existiera ese conjunto de preferencias comunes, y cada hablante emplease sistemáticamente opciones particulares, la comunicación se haría difícil y, en último extremo, imposible. Es por esto que la norma del uso correcto de la lengua la imponen los hablantes y no las Academias de la Lengua u otras instituciones, que sólo la registran, a veces la estudian o la analizan.