El rescate de palabras como tepuzque, chilpayate y chorcha, así como el origen de gabacho, canoa, mamey o zapote, son algunas de las ideas que abordó el narrador, ensayista y filólogo Victoriano Salado Álvarez (1867-1931), quien es rescatado por la UNAM y la Academia Mexicana de la Lengua (AML), en su 90 aniversario luctuoso, con la publicación del libro Minucias de lenguaje.
Salado Álvarez fue uno de los defensores más entusiastas de la lengua española de su tiempo, quien hizo de las minucias un nuevo género literario, cercano al ensayo breve.
El rescate fue realizado por el investigador de la UNAM Alejandro Sacbé Shuttera, quien reunió los textos que Salado Álvarez publicó en Excélsior, entre 1925 y 1931, bajo una columna homónima a dicho libro.
Sus textos los firmó, el también académico de la lengua, con el seudónimo de Hablistán, donde abordó numerosos temas de la lengua, pero sin caer en purismos.
RESCATE Y CURIOSIDAD
En entrevista, Jacinta Ruiz Rabasa, bisnieta de Salado Álvarez, explica que la publicación de este volumen es una recuperación imprescindible para nuestro tiempo.
“Es un logro muy importante que rescata el buen escribir en este momento tan lleno de tecnología, porque ahora ésta nos limita a escribir correctamente y obliga el uso de emoticones para expresar nuestra manera de pensar, en lugar de acudir a nuestro lenguaje”, apunta.
Por su parte, Alejandro Sacbé asegura que la mayor motivación es que este volumen despierte la atención de nuevos lectores en el siglo XXI.
“Ojalá que esta edición despierte la curiosidad de los lectores y descubran esos aspectos divertidísimos y pertinentes sobre el uso correcto del idioma”, dice.
Además, recuerda que la fórmula de las minucias fue creada por Salado Álvarez y no por José Moreno de Alba.
“La fórmula fue muy célebre en otro muy ilustre filólogo, también académico de la lengua, don José Moreno de Alba, quien tituló sus estudios como Minucias del Lenguaje”, detalla.
Es claro que Moreno de Alba conocía perfectamente estos trabajos, “pero no sé si le inspiraron a tal grado de así titular sus propias colaboraciones”, abunda.
Incluso, en una revisión comparativa entre ambos autores, existen muchos estudios similares sobre palabras y algunas conclusiones semejantes, “lo que da cuenta de los intereses comunes y los vasos comunicantes que se tejen entre especialistas, por ejemplo, en temas como el pulque, el chile o en extranjerismos como tranvía, gachupín”, dice.
De tal suerte que Minucias de lenguaje permitirá restituir la figura de Salado Álvarez y retratarlo como fundador de un tipo de textos que se volvió casi un género distinto.
“Así que me parece significativo y muy justo que después de todo este tiempo, cuando se hable de esas minucias, no sólo se voltee a ver los brillantes textos de Moreno de Alba, sino que también se reconozca el papel primigenio y fundador que ha tenido don Victoriano Salado, en una época de México en que este tipo de estudios estaban en ciernes”, asevera.
GUIÑO A LA LENGUA
Sacbé Shuttera también recuerda que los textos de Salado Álvarez datan de 1925, en respuesta a la histórica publicación de la décimo quinta edición del Diccionario de la Real Academia, que incorpora numerosas voces americanas.
“Recordemos que fue la primera en titularse así, porque hasta entonces se refería como Diccionario de la Lengua Castellana y concentraba el uso castizo de la península”.
HABLISTÁN MEXICANO
Sobre el origen de su seudónimo, Sacbé explica que su investigación lo ha llevado a un texto del siglo XV o XVI, de Juan de Valdés, titulado Diálogo de la lengua, donde ubicó la referencia.
“Lo interesante es que Salado Álvarez conservó ese seudónimo para su columna Minucias de lenguaje en el Periódico de la Vida Nacional, a partir de un contrato de exclusividad, firmado en 1924, aunque desde 1923 ya venía colaborando, con el impulso de Rafael Alducin”, advierte.
¿Es verdad que Salado intentó publicar un diccionario de mexicanismos en su tiempo? “Sí, es un hallazgo que hice durante mi estancia doctoral en la Universidad de California en Berkeley”.
¿Por qué le interesaba? “Él quería que los mexicanismos tuvieran mayor presencia en el diccionario y así darle más voz a esas palabras habladas de las lenguas indígenas, como el náhuatl”.
Salado Álvarez nació en Teocaltiche, Jalisco, el 30 de septiembre de 1867, y falleció el 13 de octubre de 1931, en la Ciudad de México. Estudió leyes y ejerció como abogado, pero abandonó ese camino para dedicarse a las letras, la enseñanza, la política y la diplomacia. Es autor de las novelas De Santa Anna a la Reforma y La Intervención y el Imperio. Además, a lo largo de sus artículos periodísticos, nunca mostró su confianza en la pureza del lenguaje, como lo demostró desde el primer texto, donde apuntó lo siguiente: “Gentes hay para quien el lenguaje es cosa inmutable, asentada y segura, tienen su símbolo de la fe que está explicado en las muchísimas páginas del Diccionario... que cambia a cada edición como para demostrarles a los creyentes que no hay nada definitivo en estas cosas”. Además, tanto Jacinta Ruiz como Sacbé destacan sus textos sobre el origen y el significado de la palabra chile, el pulque y la diatriba entre el sonido de la equis y la jota. El volumen también incluye un prólogo de Martín Butragueño, un texto introductorio de Sacbé Shuttera, la compilación completa de las minucias, un apéndice y su discurso de ingreso a la AML, titulado México peregrino. Mexicanismos supervivientes en el inglés de Norteamérica.
Nota original en: https://cdn2.excelsior.com.mx/Periodico/flip-expresiones/06-10-2020/portada.pdf
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