A mediodía papá llegaba a comer y eso nos ponía tensos. Saludarlo era una obligación. Apenas entraba había que correr y darle un beso. Nos amontonábamos. Mamá nos manejaba con alzar las cejas. Luego servían la sopa, y en ese momento sonaba el teléfono; para él. Si no le pasábamos la llamada se enojaba; si se la pasábamos también. No sabíamos qué hacer. En aquel tiempo todavía no había teléfono en el comedor; contestábamos en el pasillo. Entonces, ahí íbamos a contestar y pues a veces no le encontrábamos por dónde, no era fácil. Las llamadas eran para él. Entonces, le decíamos Papá, te llama Zutano, quien fuera; pues no le parecía. Estoy comiendo, decía. Y si no le pasábamos la llamada decía que era muy importante, ¿no? Las llamadas eran siempre para él, pero no le encontrábamos por dónde. ¿Por qué no se levantaba a contestar? Era parte del ritual, me parece. Él decía que para eso nos había educado; que era cosa de buenas costumbres.
Donceles #66, Centro Histórico, alcaldía Cuauhtémoc, Ciudad de México, 06010.
(+52)55 5208 2526 Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.